Capitulo 75.

Martes, 22 de Junio de 1965.

21:45pm.
-Tranquila.
-¿Cómo? - paré de dar vueltas en la habitación -Albert.
-¿Qué sucede?
-¿Cómo me veo?
-Ya te dije que muy bien, como unas mil veces.
-Creo que debo cambiarme el vestido.
-No hay tiempo, querida.

Pensaba en Paul locamente. Mis nervios se hacían notar cada vez más, estaba muerta; quería que Paul se presentara y me dijera cómo realmente me veo... o cómo es que soy, o cómo calmar la situación.

-¿Has visto mi corbata?
-¿Es ésa? - señalé el 'accesorio' en la cama.
-Sí - lo tomó -Gracias.
-... ¿Quieres que...? Olvídalo.
-Calma Gresendre - comenzó a hacer el típico nudo en su corbata.
-Estarán tus padres.
-Así es.
-Tus amigos, compañeros...
-Así es.
-Y... ¿Quién irá de mi parte?
-No sabría decirte.

22:17pm.
-¡Gresendre, querida!
-Hey
-¿Hey? - repitió Albert con risa.
-Disculpe señora Mussen, es sólo que...
-Sí, te comprendo. Una asfixia.
-Claro que me comprendes - sonreí -Un gusto verla de nuevo.
-Lo mismo digo. ¿Qué tal va todo?
-Maravilloso.
-Me alegro - miró a Albert y guiñó un ojo.
-Maravilloso - volvió a decir Albert -Madre, tenemos que saludar a más gente, ¿nos permites?
-Oh por supuesto. Nos vemos linda.
-Nos vemos.

Comenzamos a caminar sin rumbo alguno. Sonrisas falsas, manos sacudiéndose cada cinco segundos y fingir interés por la persona. Definitivamente, ese no era mi estilo.

-Gresendre, ¿qué te sucede? Y por favor, sé honesta.
-Estoy nerviosa, es todo.
-No deberías, no veo el por qué.
-... ¿Cuándo acaba la fiesta?
suspiró -¿Sabes qué? Ve al tocador. Sal en cuanto creas que necesites... Estaré esperándote.

No dije nada y sólo fui hacia el tocador pensando en el respiro que por fin iba a tener.

-Mataría por un cigarro - dije mientras acomodaba mi cabello frente al espejo.
-Te lo daré, sólo para que no vayas a la cárcel por homicida.

Esa jodida voz.

voltee -¡¿John?!
-¡¿Sally?!
-¡John! - corrí a abrazarlo -¿Qué carajo haces aquí?
-Al parecer el imbécil de Alb...
-Shh shh.
-Albert invitó a Brian, y a nosotros. Entonces Brian dijo que teníamos que venir porque bla bla bla bla.
-Buena explicación. ¿Y Paul? ¿Vino Paul?
-... No.
-¿Qué? ¿Por qué no?
-Porque no, comprende.
-... Cielos, ¡te he extrañado muchísimo!
Besó mi mejilla.
-¿Y eso qué fue?
-Un beso de reencuentro. Por cierto, te ves muy muy muuuy buena.
-Tú no cambias.
-Ni tú. El rojo te va demasiado bien.
-Ya cállate...
-Ok.
-Pero gracias.

Sonrió y salimos de ahí. Al ver a mi alrededor, me percaté de la ausencia de Albert, pero no importaba ahora. Con John Lennon, y probablemente George Harrison y Ringo Starr junto con Molly a mi lado, ya no importaba nada.

Nada que no fuera Paul McCartney, porque no dejaba de pensarlo.

-¿Vienes a nuestra mesa?
-¡Sí!
me miró con un gesto extraño -Déjame adivinar...
-¿Qué?
-Hmmm... ¿marihuana?
-Ah ya... Mira, los padres de Albert y toda su familia con amigos y compañeros están aquí, ¿cómo pretendes que esté?
-Uy, qué pena por ti. Ahora que si quieres alegrarte un poco...
-... ¿Tienes...?
-Claro.
-Deberíamos regresar al tocador.
-... Yo también te extrañé muchísimo, querida Juicy.

22:58pm.
-¡Mierda!
-¿Qué sucede?
-Me duele mi espalda.
rió -Estamos encerrados en un baño, qué asqueroso.
-¿Qué tiene de asqueroso?
-Absolutamente nada. Oye, creo que es hora de que salgamos.
-Tienes razón.

Salimos del tocador de damas, donde mi primer 'cigarro de la felicidad' según John, había sido consumido. No era tan fuerte como imaginé alguna vez, de hecho; se siente como cuando bebes vino seco... unas 3 botellas de vino seco.

-John, ¿dónde has estado?
-¿Y tú qué quieres?
-¡Ringo! ¡Molly! - conforme nombré a cada uno, me acerqué para abrazarlos intensamente.
-Sally, qué gusto verte - Ringo sonrió.
-... Espera... Sally, ¿te drogaste? - preguntó Molly.
-No. Así es su estado neutro, ¿verdad? - contestó John.
-Claro. ¿Salimos de aquí? Odio estar en el pasillo de los tocadores.
-¡John, eres un idiota! ¡Tú la drogaste!
-Oye Ringo, calma a tu chica.
-John, sí eres un idiota. ¿Por qué lo hiciste?

Comencé a caminar mientras ellos discutían, y el destino trajo a nada más y nada menos que...

-Miren todos, ¡el pequeño George Harrison!
-¡Sally! - se acercó a mí y me abrazó -¿Cómo estás?
-Muy feliz, ¿qué tal tú?
rió -Igual.
-¡Faltaba el flacucho éste! - gritó John.
-¿Te drogaste?
-Peor aún, drogó también a Sally.
-¿Te drogaste, Sally?
-Un poquito.
-¿Ya llegó Paul? - preguntó Ringo.
-¡¿Paul?! ¿Dónde está Paul? ¿Iba a venir Paul?
-¡Gresendre!
-Ah carajo.
-John, cállate - susurró George.
-Querida, vamos a dar los honores.
-¿Cuáles honores? ¿De qué me hablas?

Me tomó por la cintura y me alejó de los chicos.

23:15pm.
Narra Paul:

-Y es simple; cómo puedo vivir sin saber que la mujer con la que despierto todos los días... ¿no es mi esposa?

Oh no.

-Paul, será mejor que salgamos...

Ignoré la propuesta de George. Ni siquiera voltee a verlo, mis ojos seguían intactos, mirando tal escena.

-Sally Gresendre Jaucemelt, aquí ante todos... en este momento, necesito proponerte lo siguiente: ¿quieres casarte conmigo?

Mierda.

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¡Mis queridas! Así les llamaré, ¿les gusta? hmmmMmMm. 

Estoy a minutos de irme al aereopuerto, 11 horas de viaje (joder) pero sé que valdrá la pena.

Bien, nos vemos dentro de 25 días bellísimas. Y sí, traeré muchas fotos y un McCartney violado, yo le digo que regrese a Chile, y que vaya a Argentina y a México porque sí. 

Las adoro muchísimo, ¡y escriban mucho! Quiero leerlas de inmediato cuando llegue, ¿sale vale?

Cuídense demasiado.

Les deseo lo mejor.

¡Y desde ahora le deseo un feliz cumpleaños a Ringo! Que lo amo amo AMO, y espero que cumpla 74 años más.

Suerte en todo.

♥